Cuando el sol de la tarde se puso, eleve mis manos al cielo y mis yemas rozaron las nubes, estaba tan en alto, que los dioses vieron juguetear mis dedos deformando las nubes a mi libre imaginación. Tres de ellos me vieron y me tomaron de la muñecas levantándome, mis pies despegaron de la tierra y me llevaron al cielo.
Estaban todos en un baño... Había muchos Dioses, platicando de sus hijos y sus descuidos. Todos preocupados se pusieron a rezar. Yo me uni a sus oraciones y en un plegaria dije. "Elevo una oración por la tierra que tanto lo necesita, por nuestros desiertos y nosotros".
Los Dioses callaron, me sonrieron, me tocaron la cabeza y aplaudieron. Después del baño, me bajaron de las muñecas hasta tocar la tierra, yo segui por una vereda soleada contenta, pues los Dioses me sonrieron
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