jueves, 3 de mayo de 2012

María...


Ella, ella puede ser lo más cercano a Diosa terrenal y yo simplemente soy fiel a su dulce mirada.
Todos los días la veía caminando, contoneando las caderas por encima de las aceras. Dando pasos de hechicera desbordando magia a quien la vea. Ella, una mujer de lo más perfecta, aunque aún no tiene nombre para poder llamarla, me imagino que ha de ser celestial y magnifico, como lo es ella.

Hoy eh decidido seguirle los pasos, muy sigilosamente para que no se asusta. A nadie le gusta que lo sigan mientras van por la calle.
La eh seguido hasta un edificio grande, por lo que aparenta es donde vive, sueña, donde reposa de un largo día de trabajo. Me pregunto si trabaja, o si aún vive con sus padres. Sí es una joven universitaria y estudia.

Hoy la seguiré del lado contrario a su casa, tal vez me lleve a su trabajo, o a su lugar de estudios. Tal vez es una actriz famosa, o una eminente estudiante de medicina, una artista, o una abogada. Ella puede ser lo que quiera ser. Alguien tan perfecto por fuera, lo debe ser por dentro también.

Es una maestra, una adorable maestra de una escuela primaria. Que maravillosa labor la que desempeña. Ah de ser la maestra más hermosa de la escuela, o del mundo. Me gustaría ser su alumno para verla todo el día y aprender de ella , de lo que sale de sus labios, de lo que sale de su corazón.

Estos han sido los días más hermosos de mi vida. Verla pasar todos los días, me hace tan feliz. No espero el momento de cruzar palabra con ella. De saber sus inquietudes, de compartir su música, sus libros, películas. Ya no puedo esperar para decirle que la amo, que mi vida es ella, que es lo más glorioso que me ha suced… ¿Qué? ¿Pero  qué? ¿Quién es aquel y por qué la lleva del brazo? ¿Por qué ella se ve tan feliz? ¿Por qué se besan?

¡Es una perra! ¡Una maldita mujerzuela! Cómo es posible que haga de lado lo que siento por ella, cómo es posible que ignore todo éste amor que tengo guardado para ella.
¡Pagará, pagará! Por qué, por qué, una vida consagrada a ella, a venerarla, a amarla. Y me paga con su infidelidad. Con su traición. Ésta tarde mi corazón ah dejado de latir, ah dejado de ser humano para convertirse en una bestia. En la más vil, en la más cruel.

Ya va más de medio día y yo la espero. Y ella se aproxima con su movimiento de mujer barata, y la sigo. La sigo. Hasta el momento en que nadie me vea, es cuando aprovecho para golpearla en la cabeza con el tubo que traigo conmigo del taller donde trabajo. Y ella se cae al suelo y la tomo entre mis brazos. Después un taxi.
–¿A dónde? Al hospital. Dice el taxista. –No lléveme a ésta dirección mi  pobre mujer sufre el corazón y no ha tomado sus medicina. Le conteste.

Y llegué a mi casa, y digo llegué porque la eh matado del golpe. Y ya no sé que hacer, sus ojos jamás me miraron, su manos jamás me señalaron y su voz nunca,  nunca la escuche. Y me siento peor. Pero la prefiero muerta que de otro.

Ahora ya en mi casa, la hice mía, su cuerpo fue mío, sus piernas, sus senos, sus labios, su sexo, su piel, su cabello. Ahora es mi mujer, está muerta, pero es mía. Después de esta entrega de amor me di cuenta que de su pecho cuelga una medalla, una medalla que dice María. Una pulsera que dice María.
María, se llama María. Tiene nombre de virgen, lamentablemente en vida fue una puta.






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